Melissa Lucio, la primera mujer latina condenada a pena de muerte en EEUU “tiene miedo”

A poco más de un mes de la fecha para su ejecución, los abogados de la estadounidense de origen mexicano Melissa Lucio, primera hispana en ser condenada a muerte en el estado de Texas, presentaron este martes una petición de indulto para suspender la pena capital, dictada en 2008 por supuestamente haber matado a su hija de dos años.

Mientras tanto, los hijos de la condenada, visitan a su madre en la cárcel, y aseguran, que se pasa todo el día llorando, sabiendo que el día de su ejecución ya se avecina.

“No es culpable de lo que la están acuando, y el estado la quiere matar por algo que no pasó”, dijo Michelle Lucio, nuera de Melissa, al portal Telemundo 40.

La mujer tiene 14 hijos, uno de ellos, Jhon Lucio, aseguró que su madre tiene miedo. “Tiene miedo, pero no por ella, sino por nosotros, sus hijos”, dijo.

La petición, presentada ante el Consejo de Indultos y de Libertad Condicional de Texas y ante el gobernador del estado, Greg Abbott, cuenta con declaraciones de siete expertos, incluyendo científicos y médicos forenses, que han revisado el caso.

Los expertos concluyeron que la sentencia de Lucio, que fue víctima de abusos sexuales y físicos durante toda su vida, está basada en una confesión poco fiable y en pruebas falsas.

«Es una persona que fue condenada durante un proceso que no tuvo las garantías de debido proceso, que estuvo contaminado por discriminación, por pruebas falsas, por testimonios que no tenían los índices de validez científica necesarios», explicó en una rueda de prensa la directora del Centro para la Pena de Muerte en el Mundo de la Cornell University, Sandra Babcock, quien también es una de las abogadas de Lucio.

El «crimen que cometió»

La estadounidense de origen mexicano, de 53 años, está acusada por el estado de Texas de matar de una paliza a su hija Mariah, de 2 años, en febrero de 2007, pero ella alega que la niña, que tenía dificultades para caminar por un defecto de nacimiento en sus piernas, cayó por una escalera larga y empinada que daba acceso a la vivienda de la que se estaban mudando.

Dos días después del accidente, y tras mostrar señales de cansancio y de falta de apetito, Mariah murió mientras dormía en su nuevo domicilio.

Cuando los servicios de emergencia llegaron a la vivienda, en seguida dudaron de las explicaciones de Melissa Lucio sobre las lesiones que presentaba la menor, puesto que en esta nueva casa solo había dos pequeños escalones de acceso y la madre no concretó que se trataba de las escaleras de su anterior residencia.

«Este malentendido fundamental hizo que se pusiera en marcha una investigación que estuvo plagada por una estrechez de miras. Los agentes nunca consideraron qué era realmente lo que le había pasado a Mariah, sino que su objetivo era montar un caso en contra de Melissa», explicó por su parte la directora de contenciosos especiales de Innocence Project, Vanessa Potkin, que subrayó que no se respetó la presunción de inocencia de la acusada.

Lucio fue sometida solo dos horas después de la muerte de su hija a cinco horas de agresivo interrogatorio por parte de los policías, en las que afirmó en más de 100 ocasiones que no era culpable de su fallecimiento, para terminar diciendo que sí era responsable de la muerte, algo que los expertos dicen que hizo bajo coacción.

«Sabemos que las tácticas de interrogatorio anticuadas incrementan el riesgo de las confesiones falsas», expuso David Thompson, entrevistador forense y experto en protocolos de interrogación, que señaló que en alrededor de 25 % de los casos de condenas injustas se produjeron confesiones falsas.


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