Mujer espera entre risas la hora de su muerte

El próximo domingo será el último día de vida de Martha Sepúlveda, una mujer de 51 años que padece de una esclerosis lateral amiotrófica que, entre muchas otras consecuencias y dolores indescriptibles, le ha quitado la posibilidad de caminar y desplazarse por sí misma. Motivo por el cual acudió a la justicia colombiana en búsqueda de tener una pronta y digna muerte.

Así lo hizo apenas unos días después de que el pasado jueves 22 de julio, la Corte Constitucional confirmara que por norma se extendió el cubrimiento del derecho a fundamental a morir dignamente, también conocido como eutanasia, a los pacientes no terminales, pues es clave resaltar que anteriormente este procedimiento estaba habilitado solamente para personas que tuvieran enfermedades terminales en estado avanzado.

Y aunque autorizar una eutanasia es un proceso bastante complejo, finalmente a Martha Sepúlveda su EPS le permitió ser la primera persona en el país sin una enfermedad terminal en elegir el día de su muerte.

Contra esta felicidad contrasta la opinión de la comunidad religiosa a la cual pertenece Sepúlveda, pues esta dicta en sus principios que tan solo Dios es dueño de la vida y, por esa razón, es que a pesar de haber sido una persona católica durante toda su vida, no podrá recibir los santos óleos.

Sin embargo, nada parece empañar la alegría con la cual Martha enfrenta un proceso que, para muchos, sería inimaginable, por eso se ha dedicado durante estos últimos días a compartir en familia, a disfrutar de buena comida y bebida, así como de ultimar detalles en todo lo que quiere dejar organizado en su últimos días de vida.

“Si es desde el plano espiritual, yo estoy totalmente tranquila. Soy una persona católica, me considero muy creyente de Dios, pero, repito, Dios no me quiere ver sufrir a mí y yo creo que a nadie. Ningún padre quiere ver sufrir a sus hijos”, agregó la mujer en su declaración para dicho medio informativo.

Cuando se le preguntó por su madre, pues todavía vive, advierte que ha sido lo más difícil de todo el proceso, ya que se le ha hecho difícil entender que su hija decidió morir al no hallar razón en continuar viviendo con unos insoportables dolores en todo su cuerpo.

No obstante, quien sí ha sabido llevarlo muy bien es su hijo, Federico Redondo de 22 años, pues a pesar de admitir que será difícil dejar de compartir junto a la mujer que le dio la vida, advierte que ha sido mucho más duro verla padecer por la esclerosis lateral amiotrófica sin poder tener un tratamiento médico efectivo.

“Yo lo vi como el acto de amor más grande que he hecho nunca en mi vida, porque a priori yo necesito a mi mamá, la quiero conmigo, casi que en cualquier condición, pero sé que en sus palabras ya no vive, sobrevive. Ahora estoy enfocado en hacerla feliz, en hacerla reír, en recochar un poco y en que su estancia en la Tierra, lo que le queda, sea un poco más amena”, concluyó el joven, abogado en formación.

“Lograr comunicar nuestros deseos sobre los momentos finales de nuestras vidas, y hacer partícipe a nuestros seres queridos, permitirá estrechar los lazos de confianza y amor. Comprender los cuidados que desea recibir de manera abierta, puede marcar la gran diferencia para usted y sus seres queridos, al no cargarlos con la responsabilidad de tomar decisiones sin la información suficiente”, se lee en la Guía para hablar con su familia publicada por la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente.

Además del diálogo con la familia, la resolución 2665 de 2018 establece los mecanismos para que la voluntad anticipada tenga validez legal y sea respetada por los más cercanos y por el equipo de salud del paciente, en caso de que tome la decisión.

Lo primero que la persona debe hacer es diligenciar los formatos y formularios correspondientes que se pueden descargar de la página en internet del Ministerio de Salud o de la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente.

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