Muere la niña de 11 años y deja un legado de fortaleza

Mientras nacía el 2024 y en el mundo había alegría, moría en la soledad Lesly Granchesca Mora, la niña de 11 años que nunca pudo pisar la tierra por deformaciones en sus extremidades inferiores, ni sentarse por un tumor en la espalda que le hizo un hueco y presionaba sus pulmones hasta finalmente dejarla sin respiración.

Los niveles de saturación eran erráticos, pues uno de sus pulmones ya no funcionaba por la presión de la columna y el otro estaba muy comprometido… el jadeo era constante hasta que a las 3:00 de la madrugada del día uno de este año naciente dejó de respirar, mientras los médicos luchaban por devolver a su conocida paciente.

Su retorcido cuerpecito quedó inerte en UCI de la Maternidad de Los Mina, sus brillantes ojos azules se cerraron… ya no necesitaba pies y tocar la tierra, porque le crecieron alas para volar hacia la eternidad.

Días antes Lesly preparó a su madre a la que le decía: «Mami yo estoy bien, no te preocupes por mí».

Cuando comenzó a agravarse pidió que les hicieran un videollamadas con la gente que más quería. Era el presagio de lo que venía. La niña vivió siempre un martirio, como algunos de los herederos del cielo, padecía de hidrocefalia y debido a la llaga que tenía en su espalda solo podía estar acostada boca abajo, posición que presionaba sus pulmones y obligaba a su madre, Iris Neyda Encarnación, a salir corriendo con ella al hospital, su segunda casa, durante su corta vida.

«Desde el 23 de diciembre estaba en el hospital, yo la llevé porque tenía gripe y comenzó a congestionarse, cuando llegamos al hospital le pusieron sus medicamentos como siempre lo hacían, esta vez ellos (los médicos) la atendieron mejor que antes porque todos los médicos la querían porque era una muchachita que hablaba mucho y la conocían», cuenta la madre.

Desde el 23 de diciembre estaba en el hospital y cuenta la madre que el 31 en la tarde Lesly le pidió un refresco frío y un bizcochito, luego de consultar con los médicos se lo dio, comió un poco del bizcocho y la mitad de un refresco pequeño.

«Mi hermano fue esa noche y ella le dijo, llámame a mi tío, a mi primita, al vecino, a todas las personas que ella quería, ella se despidió de todas las personas, yo me puse a llorar, me sacaron y ella dijo, búsquenme a mami, yo entré y me dijo: ‘mami tranquila que yo estoy bien’, yo le dije, yo te amo y ella me dijo, yo lo sé y yo también te amo».

Los médicos vieron la posibilidad de atenderla mejor y plantearon ingresarla en la Unidad de Cuidados Intensivos de donde no regresó. Cuenta Iris Neyda que la niña una vez en UCI le dijo a un médico: «Doctor, doctor, dígale a mi mami que yo la amo, que se esté tranquila, que yo estoy bien y luego le dijo, deme agua y ahí murió…ella no quería que yo la viera morir», narra la devastada madre. DL

 

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