Miguel Cruz disparó 13 veces a Orlando y seis de los tiros alcanzaron al funcionario

Los fiscales que investigan el asesinato del ministro de Medio Ambiente, Or­lando Jorge Mera, señalan que Miguel de Jesús Cruz de la Mota (a) Carandai acudió con la intención de matar a su amigo de infan­cia al no haber conseguido la aprobación de permisos medioambientales para la exportación de baterías usadas. Por el caso las au­toridades tienen bajo in­vestigación a la empresa Aurum Gavia, S.A, en vis­ta de que el acusado tenía documentos originales en su poder con los que se so­licitaron los permisos.

“La empresa había soli­citado un permiso para ex­portar cinco mil toneladas de baterías usadas, pero el mismo había sido recha­zado pero lo habían rein­troducido, las evidencias muestran que el imputado había estado tratando de que se le otorgaran múl­tiples permisos, pero se quejaba de forma airada de que no le resolvían na­da”, dice un escrito depo­sitado en corte ayer tarde.

Las autoridades piden la imposición de un año de prisión preventiva contra el acusado. El juzgado de Atención Permanente del Distrito Nacional conocerá la solicitud hoy, a las 9:00 de la mañana.

Señala la investigación que el imputado había ame­nazado, hace menos de un mes, al consultor jurídico del Ministerio, Edilio Se­gundo Florián Santana.

Cruz de la Mota se en­cuentra recluido en la cár­cel preventiva del Palacio de Justicia de Ciudad Nue­va en espera de ser tras­ladado al tribunal para el conocimiento de la au­diencia.

Le disparó 13 veces
La instancia de medida de coerción establece que el homicida disparó 13 ve­ces contra Jorge Mera, seis de los tiros alcanzaron el cuerpo del funcionario, en su despacho del minis­terio.

Sostiene que Cruz, pocos minutos de haber entrado a conversar con Jorge Mera, sin mediar discusión, ejecu­tó su plan de asesinarlo, con seis heridas a distancia y de contacto.

Los múltiples dispa­ros al Ministro impacta­ron en distintas partes del cuerpo que le produjeron la muerte a causa de heri­das por proyectil de arma de fuego en cabeza, cara, tórax anterior y posterior y mano izquierda, causan­do hemorragia, contusión y laceración de masa en­cefálica, conforme al acta de levantamiento de cadá­ver No.61610 del Instituto Nacional de Ciencias Fo­renses (INACIF).

La acusación señala que esta es una acción criminal que evidencia una conduc­ta típica de un asesino frío y calculador y le disparó va­rias veces, acción que es evi­dente asesinato a un funcio­nario por ejercer su trabajo dentro del marco de la ley.

Amenazó al jurídico
Aduce la instancia que el imputado se quejaba de for­ma airada de que no le re­solvían nada. Esta situación provocó que hace menos de un mes amenazara al con­sultor jurídico del ministe­rio, Segundo Florián San­tana.

Tras cometer el crimen, Cruz salió del Ministe­rio con una calma pro­pia del que ha materia­lizado una conducta cri­minal planificada y al no poder salir en su vehícu­lo, aborda un motor en las proximidades del Mi­nisterio y se dirige a la Iglesia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, del sector Renacimiento.

Antes de salir del Minis­terio el imputado llamó a su hija Miguelina Al­fonsina Cruz Gómez, pe­ro en vista de la medida de seguridad, la joven fue impedida de salir de las instalaciones en su vehículo.

Cerró el despacho para cometer el crimen
En su solicitud de medida de coerción contra Miguel Cruz por asesinar al minis­tro Orlando Jorge Mera, el ministerio público deter­minó que el miembro de la seguridad Nicolás Mon­tero, trató de abrir la puer­ta del despacho del Minis­tro, pero estaba cerrada por dentro, por lo que pro­cedió a dar la vuelta para entrar por otra puerta de acceso.

Esta situación fue apro­vechada por el asesino pa­ra salir de la oficina por las escaleras ya que conocía que esa vía era más segura para sus fines de escapar de la escena del crimen.

Montero procedió a pe­netrar al despacho del Mi­nistro, hallando el cuerpo tirado en el piso y ensan­grentado e inmediata­mente informó por la ra­dio a los demás miembros de la seguridad para que detuvieran al imputado, pero en medio de toda confusión y desesperación que se creó y ante eviden­tes fallas de seguridad, an­tes y después del hecho, el imputado pasó desaper­cibido dentro de la multi­tud, logrando escapar del interior del Ministerio de Medio Ambiente.

Según la acusación, la fa­cilidad para el acceso al Ministro era un punto frágil para su seguridad, cuestión que personas cer­canas le habían advertido.

Señala que esas perso­nas le decían que él lesio­naba intereses y que no podía seguir con ese es­quema de trabajo en el que incluso cuando se desplazaba hacia el inte­rior del país a visitar, no le gustaba desplazarse con la seguridad que reque­rían esas visitas.

 


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