María Luisa ‘pasamos gran susto con el temblor’

RD.- Como algo nunca visto, así definieron los pobladores del municipio de Matanzas, al suroeste de Baní, provincia Peravia, el sismo de 5.3 grados registrado en República Dominicana, el cual dejó a decenas de pobladores atemorizados y nerviosos ante el pánico que vivieron.

Los moradores del lugar manifestaron que el pueblo está bendecido y lleno de fe. Agradecieron a Dios que no ocurrieron daños mayores y que ninguna persona se ha reportado lesionada.

Las camas temblaban, los trastes cayeron al suelo y algunas paredes se agrietaron tras el impacto generado por el potente fenómeno, el cual tuvo epicentro en el mar Caribe, a 36 kilómetros de Las Calderas, en la provincia Peravia.

Entre llantos y con aparentes nervios, la señora María Luisa Mercedes dijo que solo pensó en agarrar a sus tres nietos y salir de la vivienda pidiendo a Dios que los salve. Los tres niños no entendían lo que pasaba y, según su abuela, solo miraban lo desesperada que estaba.

“Los tiré todos para afuera y dije que si nos vamos a morir nos morimos fuera de la casa, en la calle. En los años que yo tengo nunca había sentido algo así”, expresó la dama mientras miraba su residencia, la cual, “gracias a Dios” no sufrió daños.

La joven Karina Valdez tomó en brazos a su bebé de siete meses y salió de la casa, hasta las 9:57 de la mañana no había querido entrar a su residencia, tras el temblor, del que se registraron dos réplicas.

Indicó que en lo último que pensó fue en lo material, ya que solo miraba a su cría y buscaba la manera de estar fuera de peligro.

“Solo miraba a mi niña y lo primero que hice fue salir de la casa. No he querido entrar más por temor a las réplicas y que se sienta más fuerte que el que pasó”, comentó.

Dinora Sánchez, de 85 años, expresó que al momento de sentir el temblor salió de su vivienda y miró al cielo diciendo: “Señor, no somos quién para cuestionar lo que tú quieres para nosotros, solo tú sabrás”.

Su hija salió junto a ella y ambas mantuvieron la calma al entender que poniéndose nerviosas no resolverían nada. Lo único que les importaba era que estaban juntas y que los vecinos se trataron como una familia en el medio de la calle. DL


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